sábado, 28 de junio de 2008

UNO Y MÁS CUENTOS DE DON ERNESTO PHILLIPS


El sol abrasador del medio día, obligaba a muchos a refugiarse en las humildes moradas y chozas de la hermosa y verdiazul campiña; algunos campesinos aireándose con sus gruesos sombreros de paja, miraban distraídos el crecer de sus plantaciones, sentados unos, recostados otros, sobre los gruesos troncos de los enormes mangales y pacaes, que al compás de la leve brisa parecían dormitar en angustiosa agonía. Los angostos caminos que se cruzan entre sí y que forman una red de posibilidades que sólo los poblanos de esa zona conocen, no albergaban a nadie en ese momento. Aun los perros, nobles guardianes del día y de la noche, parecían rendidos ante tan tormentoso calor; sus miradas vagaban por el perfil de los inmensos terrenos y en las enmarañadas líneas de tierra, por la cual andaban propios y extraños. Un ladrido fuerte, despertó en los mastines, una comunicación de alerta inmediata, sus ojos y sus olfatos apuntaron hacia una silueta, que aun, los ojos humanos no podrían distinguir, no dejaron de ladrar, en sus ladridos y alaridos parecían decir: «Qué ser es éste, que parece venir de otros lares no conocidos por ellos».

Pasados unos minutos, muchas de las viviendas ubicadas a una distancia considerable una de otras, mostraban acuciosas, asombradas y curiosas miradas. Algunas mujeres hacían sombra con su propia mano tratando de apaciguar el fulgor del sol de ese momento; se concentraron en la imagen, le vieron acercarse, trataron de descifrar su identidad, buscaron rasgos de alguien parecido en el foráneo; ninguno encontró rostro o características corporales familiares. El hombre que aún bordeaba los veinticinco años, pasaba a trancos largos, como si buscara con su andar, apresurar el lento transcurrir del ardiente mediodía, giró el rostro para ambos lados del camino, se detuvo en un cruce de los innumerables que había, sacó su pañuelo y con lentitud comenzó a enjugarse el sudor que en ese momento recorría su amplia frente y anguloso rostro.

—No es de aquí —parecieron pensar al unísono, los que curiosos atendían el transcurrir del anónimo caminante. (Fragmento)




Los cuentos de este blog forman parte de su libro "Uno y más cuentos de don Ernesto Phillips" (Ediciones Luz de Vida), que se encuentra a disposición del público en la Biblioteca Municipal de Huacho.

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