jueves, 10 de julio de 2008

LA LAGUNA ENCANTADA

Hace muchos años que se formó la laguna «La Encantada» como consecuencia de las filtraciones ocasionadas por los diferentes canales de regadío que circunvalan el fértil y extenso valle de Santa Rosa.

Dicen que una vez un agricultor oriundo de pampas de Ánimas se encontraba en sus faenas diarias, propias de la labor agrícola y sin darse cuenta y casi sin ninguna razón sintió que tenía mucha sed; lo primero que le vino a la mente fue subir a la laguna La Encantada para tomar agua y así calmar su angustiosa sed.

Cuando llegó a la cima, vio un hermoso pato silvestre de brillantes y llamativos colores que jugaba revoloteando y graznando con alegría y sin preocupación en compañía de un bellísimo y albo cisne. El color blanco del cisne era tan profundo, impresionante y casi sobrenatural que cegaba, tal como si fuera el mismo brillo del sol. Al dirigir su mirada el campesino trató de localizar al pato ya que el resplandor que emanaba de la blanquecina ave, había hecho que la perdiera de vista. Grande fue su sorpresa cuando al divisarlo, pudo observar en un éxtasis que lo confundía y lo colocaba en el límite de la realidad y la fantasía, el nacimiento de un brillante y colorido arco iris, pero mayor fue su sorpresa cuando descubrió que este fenómeno natural inusual se originaba justo del animal que con su vista había localizado.

No había duda, era un sueño del que seguramente no tardaría en despertar; pero no tardó en recuperar la conciencia, cuando en una explosión de emoción y al borde de la locura, no podía dar crédito a lo que veía. El cisne y el pato envueltos en un impresionante haz de luz, se transformaban, el cisne en una hermosísima y blanca mujer de cabellos rubios y ojos de color del cielo y el pato en un bello joven de proporciones casi perfectas, su piel tersa como la pampa y sus ojos del color de las profundidades de la laguna, y que en un instante entrelazados sus cuerpos fueron tragados por la laguna y desaparecieron en un borboteo de blanca espuma. El campesino no soportó tal visión y perdió el conocimiento.

Al despertar horrorizado contemplaba cómo un enorme sapo le miraba, pero mayor fue su espanto cuando aquel repugnante animal le preguntó:

—¿Qué has visto?
—Algo increíble –contestó el agricultor, sin ocultar su temor.

—No tengas miedo –dijo el sapo–, soy el guardián de la laguna. Hace muchos años fui un campesino así como tú, pero la ambición por querer atrapar al cisne me llevó a este triste fin, ya que una fuerza invisible y poderosa me arrojó a la laguna en donde me hundí ya que no sabía nadar; en el fondo, el cisne y el pato que acabas de ver increparon mi actitud, pero perdonaron mi vida y en castigo me transformaron en lo que ves ahora.

—¿Este castigo tuyo durará para siempre?
—No —contestó el sapo—. El encantamiento se romperá cuando yo logre hablarle a tres humanos que como tú lograron ver este inverosímil espectáculo.
—Y dime, ¿soy yo al primero que hablas?
—No. Eres el tercero.

Y en ese instante el campesino fue arrojado por la misma fuerza extraña a la laguna y al llegar al fondo de ella casi muere de la impresión al darse cuenta que sus brazos y piernas se habían convertido en patas de sapos y podía nadar, y pensó que ahora era el nuevo guardián de la alberca y que ya nunca más volvería a tener sed. Y fue cuando dijo Periquito Sarmiento, qué pena me da, pero ya se acabó este cuento.


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